domingo, marzo 21, 2010

El modelo moral inculcado y la ética impuesta.

Chile país de 17 millones de personas (número absoluto, pero aun no alcanzado), se mantiene entre las tradiciones y las condiciones modernas alienadas que nos aceleran para mantener una presión en todo el sistema. Entre el modelo de obtención de la casa propia, como gran objetivo de prosecución que la moral nos lega, está también el alcance de una posición de privilegio en el concierto laboral él cual, éticamente, está refrendado por una vasta gama de preceptos que el conjunto social autoriza y valida.
En estricto rigor no tenemos una gran idea valorativa que nos concite a llamarnos una sociedad moralmente bien estructurada y éticamente bien encaminada. Al parecer el pillaje (pillo) nos ha rondado e inculcado una idea de la prosperidad. La astucia, a su vez, condiciona para que los reflejos sean más condecorados que la resistencia y la tenacidad.
Tanto es así la cuestión que el Capital Semilla, sistema por el cual recursos estatales son articulados por un administrador, solicita a los emprendedores tener una plan de negocios con un expansionismo regional de uno a dos años. Se presenta la aceleración que antes mencioné evidenciando una actitud amoral con otra gran gama de emprendimientos necesitados de capital para ver algún desarrollo y, a su vez, implantando una idea ética para proceder y proteger los recursos del Estado.
¿Quiénes podrían intervenir y corregir el rumbo que llevamos y condiciona tanto a hombres, mujeres, instituciones y empresas? Lo primero es, bajo un punto de vista estrictamente personal y además asintiendo con que si se ha de intervenir, formar seres que logren hacernos pensar, nuevamente, en nuestra calidad humana e intelectual.
     Nuestra sociedad, dividida por conveniencia de controles de facto, decae en la constante de obtener riqueza por cualquier vía. Esas vías han de ser cuestionadas infinidad de veces y ejemplificar que: la gran capacidad de desarrollarnos está primero en aceptar que nos tiene que intervenir y corregir nuestra acomodadiza moral y draconiana ética.
    Tal acción está lejos de ser, efectivamente, aplicada con los sistemas tradicionales. Teletones varias, informativos que se mezclan con animaciones, ensalzamiento del caos y potenciación del sentimentalismo exacerbado por las pantallas, nos conducirá a no ver cuanto perdemos por querer solamente ser felices, sin molestias y consumiendo sin frenos. Emprender una acción con este nivel de contaminación dará muchos menos resultados y se conseguir que otros se abanderen en defensa de sus conquistas, las cuales la moral y ética imperantes blindan.
    El último páramo avizorado, que puede ser una intervención no coactiva es la red de redes. Allá se pueden presentar, sin molestias y bajo una perspectiva totalmente nueva, el tan necesario intervensionismo ético (de autocrítica) para poder corregir el nivel formativo profesional y obtener profesionales con una nueva co razón.

Atte.
HSQO
CIO ij

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